Nuestro primer paseo hacia el centro comercial partirá desde el Puente de la Barqueta, proyectado por Juan José Arenas y Marcos Pantaleón. Este puente conecta el sector Norte del antiguo recinto de la Exposición Universal con el casco histórico de Sevilla, a la altura del Monasterio de San Clemente.
Este convento de monjas cistercienses fue restaurado por los arquitectos Fernando Villanueva y Rufina Fernández siendo durante la pasada Exposición Universal de 1992 una de las sedes integrantes del Pabellón de Sevilla. La tradición afirma que es el monasterio más antiguo de la ciudad, y así lo acredita la documentación existente en su Archivo remontándose su fundación a la segunda mitad del siglo XIII. Sucesivas reformas han desvirtuado su primitivo aspecto medieval.
La iglesia es de una sola nave, y se cubre con un espléndido artesonado mudéjar del siglo XVI. Preside la Capilla Mayor un retablo que se considera una de las obras cumbres de Felipe de Ribas, quien lo ejecutó entre 1639 y 1647. Otros altares laterales están consagrados a San Juan Bautista -soberbia efigie del titular tallada por Gaspar Núñez Delgado- Santa Gertrudis, San Fernando y la Virgen de los Reyes -imagen tardogótica, réplica de la Patrona de Sevilla-. Sobre la roja del coro se expone una buena pintura mural realizada por Valdés Leal hacia 1683 representando la entrada triunfal de San Fernando en Sevilla. Por último citar que en el lado izquierdo del presbiterio se halla la sepultura de la Reina D.ª María de Portugal, esposa de Alfonso XI y madre de Pedro I.
Por las calles Blanquillo y Calatrava nos encaminamos hacia la Alameda de Hércules, el más importante paseo de la Sevilla renacentista y barroca. Fue creación del Conde de Barajas en el año 1574, quien pobló estos antiguos terrenos pantanosos con frondosos árboles y bellas fuentes. En uno de sus extremos colocó dos columnas procedentes del templo romano de la calle Mármoles, que se coronaron con las esculturas de Julio César y Hércules. Las otras dos columnas rematadas por leones con escudos, fueron puestas en la segunda mitad del siglo XVIII. En nuestros días, la Alameda es tan sólo una sombra de lo que llegó a ser. Aun así, el mercadillo que aquí se instala todos los domingos concentra a multitud de curiosos en busca de algún objeto que en ningún otro sitio podrían encontrar.
A partir de aquí, podremos tomar dos recorridos paralelos, que tienen como destinos respectivos dos calles comerciales por excelencia: Tetuán y Sierpes.
En el primero de los citados recorridos, será la calle Trajano la que nos conduzca desde la Alameda a la Plaza del Duque, centro de grandes almacenes como El Corte Inglés y Marks & Spencer, que le otorgan una intensa vida. Toda clase de establecimientos comerciales podremos encontrar en las calles Velázquez y Tetuán. Por una transversal de esta última, llamada Rioja, llegaremos a uno de los Corte Inglés (antes Galerías Preciados), no sin detenernos antes en la Iglesia del Santo Angel. En su interior podremos admirar, entre otras valiosas obras, el Crucificado del Desamparo, que se atribuye a Juan Martínez Montañés (siglo XVII).
La segunda opción consiste en desplazarse desde la Alameda por las calles Amor de Dios y Morgado hasta la Parroquia de San Martín, edificio gótico del siglo XV, sito en la Plaza del mismo nombre. La calle Cervantes enlaza aquel templo con el de San Andrés, de fábrica mudéjar muy restaurada en el siglo XVIII. Ante la citada parroquia se extiende la Plaza Fernando de Herrera, en recuerdo de tan ilustre humanista y pacta del Renacimiento. Por la calle Orfila, donde se encuentra la pequeña Capilla de San Andrés, desembocaremos en Martín Villa. Aquí giraremos a nuestra derecha para encontrarnos en La Campana, justo donde se halla el popular kiosco de prensa de Curro.
Ante nosotros comienza la más famosa calle de Sevilla, Sierpes donde se dice que uno pasea más para ser visto que para ver. Esta vía nos ofrece múltiples posibilidades: desde el entretenido paseo viendo los más diversos escaparates, hasta tomar un sabroso dulce en cualquiera de sus afamadas confiterías: desde la improvisada tertulia con el amigo recién encontrado en una betunería hasta la visita a ese joyel del arte Barroco que es la Capillita de San José.
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