Nuestro paseo hacia el barrio de Santa Cruz por el corazón monumental de Sevilla tendrá como punto de partida el Ayuntamiento. La fachada que da a la Plaza Nueva es de estilo neoclásico, y corresponde al proyecto del arquitecto Balbino Marrón, en el siglo XIX la citada Plaza ocupa el solar del derruido Convento Casa Grande de San Francisco. Este anchuroso espacio, de animada vida comercial, aparece centrado por el monumento ecuestre de San Fernando, obra del escultor Joaquín Bilbao.
De otro lado, la fachada plateresca de la Plaza de San Francisco constituye uno de los ejemplos más representativos de este estilo en el panorama nacional. El extraordinario despliegue decorativo se debe a la fantasía del arquitecto Diego de Riaño, quien estuvo al frente de las obras desde 1527 a 1534.
Por la Avenida de la Constitución, una de las principales arterias de la ciudad, nos encaminamos hacia la Catedral, no sin antes detenernos en la monumental Parroquia del Sagrario. Este templo marca la transición desde el Tardomanierismo al primer Barroco sevillano, lo cual se manifiesta en el clasicismo y austeridad de su exterior. Su retablo mayor es una auténtica joya ensamblada por Francisco Dionisio de Ribas de 1664 a 1669. Las esculturas y escena central del Descendimiento se deben a Pedro Roldán, el más afamado de los imagineros sevillanos de la segunda mitad del siglo XVII. Realmente colosales son las esculturas en piedra de los Evangelistas y Doctores de la Iglesia que se sitúan sobre las tribunas de la única nave del templo. Fueron labradas por el escultor flamenco José de Arce en 1657.
Adyacente al Sagrario se halla la Santa Iglesia Catedral, erigida sobre la mezquita mayor almohade de Sevilla. Ante la majestuosa visión de su mole arquitectónica, comprendemos la afirmación del Cabildo de Canónigos, cuando declararon en 1401 que pretendían edificar una Catedral "... tan grande, que los que la vieren acabada nos tengan por locos". El tiempo les dio la razón, pues este templo gótico es el mayor en dimensiones de España, y el tercero de la Cristiandad, después de San Pedro, de Roma, y San Pablo, de Londres.
El Patio de los Naranjos y la singularísima Giralda, símbolo por antonomasia de la ciudad, son los únicos restos que perviven de la mezquita musulmana. La Giralda, rosa de los vientos cristianizada, muestra sobre su esbelto cuerpo de ladrillo almohade el campanario levantado por Hernán Ruiz II en 1568. Durante todo el siglo XVI se acometieron obras en la Catedral, a cargo de prestigiosos maestros españoles que jalonan la evolución del estilo renacentista y manierista. La Sacristía de los Cálices, la Capilla Real, la Sacristía Mayor y la Sala Capitular, son recintos privilegiados por su entidad arquitectónica.
En cuanto a la colección escultórica que encierran sus muros, es tal su cantidad y calidad, que puede afirmarse que es una auténtica síntesis de la escuela sevillana de imaginería. No podemos dejar de mencionar la talla gótica de la Patrona de Sevilla, la Virgen de los Reyes, ni el espléndido Retablo Mayor, que representa el mayor alarde constructivo de la cristiandad en este género, y cuya realización se dilató durante más de ochenta años (1480-1560). Obras de Montañés, como el apolíneo Cristo de los Cálices, o la Inmaculada conocida con el sobrenombre de "La Cieguecita", junto a otras destacadas efigies de Juan de Mesa, Alonso Cano, etc., constituyen auténticas piezas príncipes de la escultura hispalense.
Igual cabe señalar de los innumerables lienzos que se guardan en su interior, convirtiéndose la Catedral en la segunda pinacoteca de la ciudad, tras el Museo de Bellas Artes. Cuadros de Murillo, Zurbarán, Goya y de tantos otros prestigiosos pintores españoles y foráneos, hacen las delicias de los amantes de la pintura. En este contexto, no conviene olvidar el fresco de Nuestra Señora de la Antigua, de tanta vinculación americanista, que denota la influencia sienesa del Trecento.
No le quedan a la zaga las artes suntuarias, especialmente la orfebrería. Dos obras de primerísima categoría son la Custodia procesional, repujada entre 1580 y 1587 por Juan de Arfe, y la urna del Rey San Fernando, concluida por Juan Laureano de Pina en 1719.
Frente a la Catedral, por la calla Almirantazgo, podremos dirigirnos al popular Arco del Postigo del Aceite, cuya actual morfología responde a la remodelación que le hiciera en 1573 el arquitecto italiano Benvenuto Tortello. A su lado, la blanca y diminuta capillita de la Pura y Limpia es signo de la sencilla devoción de los sevillanos hacia la Inmaculada.
El Postigo es una de las entradas naturales al barrio del Arenal, de marcado sabor taurino y pródigo en bodegas de solera, que nos saldrán al paso camino de la capilla del Baratillo. De vuelta al Postigo, tenemos la oportunidad de visitar la Lonja Municipal de Artesanía y la Plaza del Cabildo, en la que todos los domingos se celebra un animado mercado de sellos, y además existe un establecimiento especializado en la venta de dulces conventuales.
Junto al templo Metropolitano se alza el Archivo de Indias, antigua Casa Lonja de mercaderes, comenzada a construir en 1584. Es uno de los ejemplos más representativos del estilo manierista en Sevilla, de clara influencia herreriana. En tiempos de Carlos III, este edificio se adaptó para Archivo de Indias, el más importante archivo americanista del mundo, donde se guarda toda la documentación referida al gobierno y administración del Nuevo Mundo durante el período de colonización española.
Sigamos nuestro recorrido por la Avenida de la Constitución, hasta llegar a la misma Puerta de Jerez.
La Capilla de Santa María de Jesús es el único resto que aquí subsiste de la primitiva Universidad fundada por Maese Rodrigo Fernández de Santaella en 1506. Precisamente, en la tabla central de su retablo mayor, pintada por Alejo Fernández hacia 1520, aparece representada la Virgen de la Antigua recibiendo de manos de Maese Rodrigo la maqueta del Colegio de Santa María de Jesús.
La calle San Gregorio nos conducirá directamente a la Plaza de la Contratación. Aquí se ubican las sedes de la Cámara de Comercio y de la Consejería de Obras Públicas y Urbanismo de la Junta de Andalucía, esta última con un interesante patio de crucero de época almohade.
En la calle Santo Tomás está situado el Museo de Arte contemporáneo fundado en 1970. Ocupa el edificio dieciochesco que en otro tiempo fue Cilla del Cabildo Catedral. Sus fondos son enormemente variados, abarcando las tendencias estéticas más relevantes de nuestro siglo, tanto en escultura como en pintura. Artistas de prestigio nacional como Chillida, Pablo Serrano, Romero de Torres, Bacarisas, Tapies, Viola, Zobel, etc., están representados junto a otros de la escuela local, tales como Joaquín Sáenz, Francisco Molina, Pérez Aguilera y otros muchos.
A continuación, nos adentramos en los Reales Alcázares por la Puerta del León, en la Plaza del Triunfo. Desde la Reconquista de Sevilla en 1248 por Fernando III el Santo, la historia del Alcázar está vinculada a la de los reyes castellanos. Será Pedro I, llamado por unos el 'justiciero' y por otros el "Cruel", quien dé una impronta definitiva al antiguo Alcázar musulmán, transformándolo en un suntuoso palacio mudéjar. Durante el siglo XVI experimentará nuevas reformas, enriqueciéndose asimismo con arquitecturas y esculturas los magníficos jardines de sugestivos nombres del Grotesco, de la Danza, del Laberinto... Los patios de las Muñecas y de las Doncellas, así como el Salón de Embajadores, nos trasladan al mundo de las mil y una noches, pleno de encanto y fastuosidad ornamental.
Nos adentramos en la Plaza del Triunfo, presidida por la estatua a la Virgen de la Inmaculada. A un lado de esta plaza podemos admirar un magnífico tramo de la muralla que guarda el palacio.
Cruzaremos esta muralla para salir al Patio de Banderas.
Desde aquí parte la acodada calle Judería que nos introducirá de lleno en un barrio lleno de magia y leyenda: Santa Cruz. El callejón del Agua corre paralelo a los jardines del Alcázar; la casa número 2 nos ofrece uno de los patios más representativos de las mansiones señoriales sevillanas. Rodeado de columnas y repleto de polícromas macetas, despertó la imaginación de Washington Irving, cuya memoria se recuerda en una lápida de su fachada.
El callejón del Agua desemboca en la Plaza de Alfaro, con salida hacia los Jardines de Murillo; junto a ella se encuentra la Plaza que da nombre al barrio, la de Santa Cruz, en cuyo centro se levanta una esbelta cruz de hierro, llamada de la Cerrajería.
Allí se encuentran el tablao "Los Gallos" y el restaurante "La Albahaca", antigua casa del arquitecto Talavera. A través de la calle Mezquita llegaremos a una nueva Plaza, la de los Refinadores, donde se halla la escultura de Don Juan Tenorio, uno de los más conseguidos mitos literarios que ha inspirado la 'ciudad de la gracia".
El estrecho callejón Mariscal nos llevará a una de las Plazas más recoletas de Sevilla, denominada de las Cruces por las tres que se alzan sobre sendas columnas clásicas de mármol.
Por la calle Cruces caminaremos hasta llegar a Ximénez de Enciso, en cuyo zócalo izquierdo se embuten grandes ruedas de molino. Al llegar a la altura de la calle Santa Teresa, penetraremos en ella para visitar el Convento de San José del Carmen, donde se guardan valiosos objetos personales de la Santa andariega de Avila, como el manuscrito de "Las Moradas" o su verdadero retrato pintado por Fray Juan de la Miseria. Justo enfrente del Convento se ubica la Casa de Murillo, ambientada según el gusto del siglo XVII, en que vivió el más célebre de los pintores sevillanos.
Retornemos sobre nuestros pasos para, al encontrarnos con el tradicional Bar Las Teresas, adentrarnos por las callejuelas Lope de Rueda y Reinoso, hasta salir a las mismas puertas del hospital de Venerables Sacerdotes. Fundado en 1675 por el canónigo D. Justino de Neve, en la actualidad es sede de la Fundación FOCUS. Cuenta con el que quizás sea el más bello de los patios sevillanos, disonado por el gran arquitecto barroco Leonardo de Figueroa, en el que descolla su fuente circular rehundida en el pavimento. Su iglesia se estrenó en 1698, consagrándose en honor de San Fernando. Destacan en su interior las pinturas murales del presbiterio y sacristía, ejecutadas por Valdés Leal, mientras que su hijo Lucas emprendió las que cubren la bóveda y muros de la nave.
La calle Gloria nos conducirá a la Plaza de Dona Elvira, de atmósfera inimitable y donde se ubican comercios dedicados a artesanía: bordados, cerámica, abanicos, etc.
Desde aquí, continuaremos hacia la Plaza de la Alianza, aledaña nuevamente a las murallas del Alcázar. Por la calle Romero Murube descenderemos a la Plaza del Triunfo, presidida por el monumento a la Inmaculada. La madrugada de cada 8 de diciembre, esta escultura mariana, labrada por Lorenzo Collaut Valera en 1917, recibe el cálido homenaje de las tunas sevillanas. En uno de los flancos de esta Plaza se encuentra la Diputación Provincial, antiguo Hospital del Rey, con hermoso patio columnario interior.
Siguiendo la fachada oriental de la Catedral, nos toparemos con la Plaza de la Virgen de los Reyes, presidida por una hermosa fuente con farolas.
Esta plaza está rodeada de construcciones de marcado cariz religioso. El Convento de la Encarnación, de monjas agustinas, formaba parte del extinguido Hospital de Santa Marta, una fundación del Arcediano de Ecija Fernán Martínez, en 1385. Su pequeña iglesia presenta caracteres arquitectónicos medievales, que le prestan singular interés. Al salir, nos acercamos a la cercana plazuela de Santa Marta, que posee la fascinación de lo pequeño, de lo íntimo.
En la citada Plaza Virgen de los Reyes aparece la gallarda silueta del Palacio Arzobispal, residencia del Prelado de Sevilla. Traspasando su movida portada tardobarroca, obra de Lorenzo Fernández de Figueroa y Diego Antonio Díaz en los primeros años del siglo XVIII, nos adentraremos en sus dos bellos patios manieristas. Al fondo del segundo se abren las dependencias del Archivo General del Arzobispado, que reúne documentación eclesiástica de toda la Archidiócesis hispalense. Uno de los elementos más singulares de este Palacio es su escalera de un solo tiro y tres tramos, diseñada por Fray Manuel Ramos en la segunda mitad del siglo XVII Su esbelta cúpula está adornada con pinturas murales, debidas al ingenio de Juan de Espinal.
La calle Mateos Gago, con sus tiendas de souvenirs y restaurantes, constituye un importante foco turístico. Desde ella puede disfrutarse de una de las mejores vistas de la Giralda.
Además, ofrece la posibilidad de visitar la Parroquia de Santa Cruz, cuya portada permaneció doscientos anos sin concluirse, hasta que en 1929 la levantó el arquitecto Juan Talavera.
El último tramo de nuestro paseo transcurrirá por las calles Placentines, Alemanes y Hernando Colón. Es éste un sector en el que se prodigan las tiendas de antigüedades y las filatelias, además de acreditados restaurantes, como Casa Robles o el Mesón Don Raimundo, que contrastan con otros muchos bares de ambiente nocturno. Antes de encaminarnos definitivamente hacia el que fue nuestro punto de partida no perdamos la oportunidad de admirar desde Hernando Colón la bella perspectiva de la catedralicia Puerta del Perdón, cuyas puertas son auténticos encajes de orfebrería almohade.
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