Casablanca de Saha es uno de los criaderos más antiguos de España, habiendo sido reconocido por la Fédération Cynologique Internationale en el año 1972 con el número 9. Nuestro número en el Registro General es el 564.
Sin
embargo, nuestros contactos con el mundo del perro ya venían de antes,
cuando en el año 1.968 tuvimos la suerte de conocer a Saha,
una encantadora hembra de Setter Irlandés nacida en el mes de marzo,
que llegó, vio y venció. Loca, impetuosa y cariñosísima,
nunca aprendió a "mostrar", lo que se supone que es algo
que debía haber hecho por ser una condición propia de su
raza. Lo que realmente le gustaba era correr detrás de las palomas
cuando paseaba por el parque, detrás de los pajaros, en el campo,
o de cualquier cosa que se moviese, aunque sólo fuese un papel empujado
por el viento.
Pero,
en cambio, aprendió a montar en moto, una antigua Vespa, nuestro medio
de transporte en aquellos años, y viajaba sentada y totalmente quieta
entre las piernas del conductor pero con su cabecita asomada por uno de los
lados, aspirando el aire con los ojos entornados. Para ella debía ser
un auténtico placer.
Salvo
en muy contadas ocasiones, nunca hubo necesidad de llevarla sujeta con correa:
apenas se alejaba de nosotros, y a la primera llamada acudía rápidamente,
reclamando una caricia. Estaba realmente integrada en la familia. Tanto que
sólo había que verla levantar la cabeza, aspirar el aire y salir
disparada hacia la habitación de nuestro hijo, del que ella también
se sentía mamá, para saber que había que acudir rápidamente
y "ayudarla" a quitar aquellos pañales "mojados".
Pero también se sentía una estrella, sobre todo en los días en que se presentaba en alguno de aquellos Concursos de Belleza, inicio de las actuales Exposiciones de Perros, donde, como una auténtica Miss, ganaba siempre alguna copa. ¡Qué felicidad compartíamos!
Son muchos los recuerdos que permanecen en mi memoria de aquella amiga que hizo que, aún hoy, después de tantos años, quiera seguir sintiéndome rodeada de mis perros. Y espero el día que, cuando nos encontremos en el Rainbow Bridge, pueda volver a poner mi mano en su cabeza y, mirándola de nuevo a los ojos, me llene de sus pensamientos y volvamos a nuestras locas aventuras, corriendo y saltando y riendo y ladrando y sintiendo en mi cara la lluvia de sus besos, y...
Detrás
vinieron otros muchos... Jenny, una mística dálmata, Shaika, la
imponente doga arlequín, Lassie, la collie, Pelé, que más
parecía un caballo algo pequeño que un dogo grande, Azor, un drathaar
especialista en saltar la tapia y robarle las gallinas al vecino, Tundra, una
bóxer que, cruzándose en las escaleras, impedía que mi
hijo rodara por ellas, Cuca toda una gran señora teckel, cazadora y guardiana,
que despertó en mis amigos Paquita Parreño y Fernando Largo el
deseo de criar los magníficos Teckels que hoy llevan su afijo; Spet,
mi primer Campeón, y Mig, Zala, Gara, Winna, Frisa, Barbra, Belice, Candia,
Zora, Karina, Carisa, Cristie, Pal, Xito, Tropi, Tuppi, Yok, Chino, Danny, Bella,
Feria, Feona, Sonja, Sita, Trouble, Lucky, Bebe, Silvana, Fagun, Clarita, Bell,
Andra, Bessy, Flame, Hady, Taiga, Coco... y tantos otros que me han acompañado
a lo largo de todos estos años en casa y en las Exposiciones. Muchos
de ellos fueron excelentes representantes de su raza y llegaron a ser Campeones,
pero todos, todos, fueron unos excelentes amigos y compañeros.
Muchas
de las razas más populares han tenido su representante en mi casa: Dogos
alemanes, pastores alemanes, Caniches blancos y negros, Setter Irlandeses, Pointer,
Drathaar, Dobermann, Pequineses, Bóxer, Dachshunds, Cocker, etc. ¡Hay
tanto tiempo en casi treinta años...!